Rafael Poch es corresponsal de La Vanguardia en Pekin (Publicado en Agosto 2007)
A un año de los juegos olímpicos de Pekín, China ultima construcciones e infraestructuras, embellece lugares y educa a sus ciudadanos, pero los verdaderos desafíos pueden presentarse por otro lado. Adversarios de China, organizaciones no gubernamentales, periodistas hostiles, una mentalidad popular poco deportiva, y la propia naturaleza e ignorancia del régimen chino para administrar situaciones con estándares extranjeros apenas conocidos aquí, podrían convertir los juegos del 2008 en una caja de sorpresas.China ve en la olimpiada de Pekín la mayor operación de relaciones públicas de su historia, pero hay que preguntarse si es consciente del desafío de imagen que se le viene encima
El cúmulo de problemas organizativos, políticos y sociales, así como de situaciones completamente desconocidas, que pueden aflorar, permite augurar unas olimpiadas borrascosas y probablemente incidentadas. China se arriesga a sufrir una derrota en estos juegos, que concibió como la mayor operación global de relaciones públicas de su historia.
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