Mientras la antorcha ya está en Japón, donde realizará otra etapa de su polémico peregrinaje, el país sigue irritado por el atentado sufrido por el templo de Zenko-ji, en Nagano, construido en el 640 y que hace unos días fue atacado por grafiteros que protestaban por la decisión de los monjes de rechazar ser anfitriones de la comitiva olímpica como respuesta al trato dado por China a sus hermanos budistas tibetanos.
En Nagano por su parte ya se temen las primeras protestas lo que obligará a las autoridades a extremar su vigilancia ante posibles incidentes, ya que se prevé una manifestación de 2,000 residentes chinos. Habrá un total de 4,000 policías que custodiarán un recorrido de acceso limitado al público en general de unos 18 km.
Cientos de simpatizantes de la secta prohibida por China Falung Gong recibieron con abucheos la antorcha, y tienen intención de intervenir en los actos de Nagano, como también lo hará Reporteros Sin Fronteras
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